Ignorados

TRIUNFO DE LOS  IGNORADOS

Las elecciones de 10 de abril pasado tienen una especial significación en el proceso político peruano y es sumamente importante realizar el correcto balance y saber trazar las perspectivas, pues eso nos permitirá actuar de manera acertada.
1.- El pueblo peruano desde hacen 20 años no ha cesado de inventarse candidatos con los cuales intentar dar cauce a sus búsquedas de cambio. El ciclo que empezó Fujimori el 90, y que más  recientemente lo continuó la Villarán en Lima, ha tenido en estas últimas elecciones su plasmación más completa. Aquí no hay organizaciones ni personas a las que atribuir de manera singular el resultado. Estamos ante un proceso que recoge luchas sociales, efervescencias parciales, esfuerzos múltiples y dispersos a lo largo y ancho del país, insatisfacciones y humores colectivos, que Ollanta Humala ha sabido capitalizar (lo cual sin duda es meritorio).
2.- Al votar, los pueblos del Perú han creado una situación que ha cambiado de manera radical los términos de la política peruana. Quizá sin mucho mérito de la izquierda, se han abierto las condiciones para su retorno al escenario en la perspectiva de convertir la mayoría social en mayoría política.
Lo peculiar y sorprendente para quienes siguen guiándose por el marxismo de manual, es que esta posibilidad de victoria popular se produce en medio de un ciclo de expansión de la economía y no de crisis. Lo que está en cuestión, así, no es como nos salvarnos del naufragio, sino la manera como la riqueza social producida por los peruanos revierte a ellos en mejores términos, y como sabemos aprovechar el actual ciclo de auge de los precios de los minerales -que está en la base del crecimiento- para diversificar nuestra economía, crear valor agregado y de manera especial, desarrollar conocimiento, el principal factor de riqueza en el mundo de hoy. No más el cholo barato y las materias primas deben ser los que nos den un lugar en la economía mundial, pues eso nos hace tremendamente vulnerables.
Seamos claros de que lo que se viene no es una revolución. Es un gobierno de raigambre popular que iniciará un conjunto de cambios importantes en la economía y en la política e iniciará un nuevo rumbo, un proceso de exploración cuyo destino no sabemos de antemano, y que dependerá de la manera como se desenvuelvan los actores sociales y políticos. En este camino es particularmente preocupante la forma desaforada en que está reaccionando la derecha, y el discurso racista e intolerante que ha prendido en un amplio sector de la juventud de clases medias, sobre todo limeñas.
3.- Los ignorados han tomado la palabra. Podemos decir con la Segunda Declaración de la Habana: “Ahora sí la historia tendrá que contar con los pobres de América”. Hay sin duda grandes aspiraciones insatisfechas y estas elecciones están generando grandes esperanzas y escenarios así generan grandes posibilidades, pero también grandes riesgos.
El primer y mayor riesgo es la maniobra envolvente que va a venir desde la derecha pero también desde los aliados necesarios para obtener la victoria electoral en la segunda vuelta. A fuerza de terrorismo mediático la derecha buscara arrinconar al gobierno popular e impedir que implemente su proyecto; de otro lado, a fuerza de concesiones a los aliados (cosa necesaria por lo demás), se corre el riesgo de perder el rumbo y retornar al punto de partida, con lo que nuevamente se habrá desperdiciado una oportunidad histórica
El segundo riesgo enorme es el de la impaciencia. Si no hay claridad en el rumbo a seguir y si no existen las correas de transmisión organizativas adecuadas para canalizar las demandas populares y modularlas, corremos el riesgo de un desembalse reivindicativo incontenible que ahogue un proceso que recién empieza configurarse.
4.-  No perder de vista que conquistar el gobierno no es conquistar el poder. Las clases dominantes seguirán contando con poderosas palancas y recursos con los cuales incidir de manera crucial en los procesos económicos, sociales y políticos. La burguesía peruana se ha fortalecido mucho en los veinte últimos años, particularmente en los niveles gremiales y empresariales. Ellos han mantenido una relación privilegiada con los gobiernos y los aparatos administrativos del Estado. Y aunque a nivel político  carecen de representación coherente, en cambio en el terreno mediático tienen un monopolio que defenderán a muerte, pues es el instrumento principal a través del cual moldean la opinión pública.
Sin duda Ollanta Humala es un vector crucial en la victoria que se vislumbra en el horizonte, sin embargo es riesgoso depender de caudillos en general, y de caudillos militares en particular.  
5.- El primer y crucial reto es el de saber aprovechar la nueva situación política para reconstruir el tejido social y la organización popular autónoma. Hay que desplegar los esfuerzos para que todos los rostros del Perú se hagan presentes. Hay que fomentar unidad y organización, previniéndonos de los combates callejeros prematuros que llevarán caos y desgaste. La derecha alimentará el caos en la búsqueda de legitimar golpes que restablezcan su dominio. Debemos ser conscientes de este riego.
Hay que plantearse el reto de gobernar desde abajo. Un gobierno popular sin base social organizada y consciente que lo sostenga y le marque el rumbo es poco lo que puede hacer. Hay que tejer redes de alianzas entre organizaciones gremiales, ONGs, grupos de izquierda, organizaciones cristianas de base etc., para crear democracia de base en los barrios y en los municipios locales. Repotenciemos aquellas formas asociativas de producción que sobreviven e impulsemos nuevas, tanto en el campo como en la ciudad.
Hay que re-politizar la vida cotidiana de las comunidades, entendiendo por política el arte de vivir bien juntos, de auto-gobernarnos, de tener mirada lúcida y crítica de los procesos sociales. Recuperar la dignidad de la política será labor ardua, pero absolutamente necesaria, solo posible si somos capaces de recuperar su dimensión ética.
6.- El neoliberalismo no fue solamente una política económica, sino de manera particular un proyecto ideológico y cultural de gran envergadura, que sigue teniendo gran influencia a pesar de las crisis económicas y las eventuales derrotas políticas sufridas por sus representantes.
El neoliberalismo atomizó a los individuos, los lanzó a la lucha implacable por el éxito personal a cualquier precio, al menosprecio de los vínculos sociales, a la ley del más fuerte. A esto la sociedad de consumo añadió la voracidad de tragaldabas para atiborrarnos de las más avanzadas bagatelas, de la tecnología puesta al servicio de la estupidización del ser humano.
El neoliberalismo oprimió el alma e instaló el pesimismo y la tristeza. Esto llevó a individuos desprovistos de valores y motivaciones a lanzarse a la búsqueda de la diversión como razón existencial. “Las chicas solo quieren divertirse”, decía una canción de los años 80 y que resume el espíritu que propuso la ola neoliberal lanzada por el imperio.
Al exaltar al individuo y despojarlo de sus lazos sociales, al quitarle su sentido de pertenencia e identidad, al privarlo de su compromiso y responsabilidad con los demás, el neoliberalismo lumpenizó las sociedades, al quebrar los componentes éticos que exige la convivencia. Apareció una lumpen-burguesía, una lumpen clase media y el lumpen-proletariado creció exponencialmente (y con él las cárceles y el delito). El predominio del capital financiero transnacional y la economía casino, en la que las ganancias se obtienen de la especulación y el capital carece de banderas, agudizó la indefensión y la vulnerabilidad de los de la inmensa mayoría de habitantes del planeta, al mismo tiempo que la incertidumbre se instalaba en sus vidas. Hay que disfrutar de cada momento como si fuera el último, la mentalidad del sobreviviente se convirtió en regla. 
7.- Ha llegado la hora de revertir esta tendencia. La resistencia de los pueblos a lo largo de los últimos años (como las poblaciones amazónicas en defensa del bosque o más recientemente el pueblo de Islay en lucha contra la gran minería), son hitos en el nuevo espíritu que resurge desde abajo.
Necesitamos más Estado y no menos Estado, como los liberales pretenden. Esto no es sinónimo de estatismo, sino de liderazgo, de planificación, de políticas redistributivas, de objetivos nacionales y de protección decidida de los más vulnerables. Se requiere establecer el justo equilibrio entre lo público y lo privado.
Necesitamos recuperar para el socialismo el liderazgo intelectual y moral que perdimos en manos de los neoliberales la segunda mitad de los 80. Hay que re-politizar a los intelectuales y hay que intelectualizar a nuestros militantes.
Hay que fortalecer todas las formas de solidaridad y comunitarismo que subsisten en los sectores populares. Se trata de reforzar identidades pero sin fomentar exclusivismos. Se trata de afirmar dignidades pero sin avivar rencores.
Hay que reforzar el sentido de ciudadanía, con lo que esto implica de derechos y responsabilidades, así como prevenirnos de autoritarismos e intransigencias que también se anidan en las masas.
8.- Y corresponde terminar estas líneas afirmando la necesidad y la urgencia de la organización política. Sin duda no se trata de la vieja y obsoleta concepción vanguardista, de los iluminados “portadores de la conciencia de clase”, sino de construir una organización abierta, democrática, que encarne un programa, una ideología y una ética que apunten a enrumbar a las mayorías populares hacia un proyecto socialista. 
No pretendemos una plataforma electoral en la que algunos individuos busquen plasmar sus ambiciones personales, sino una organización que, en la batalla de las ideas y de las masas, no pierda nunca de vista el objetivo final.
Una organización flexible y unitaria. Seria en sus compromisos y firme en sus propuestas. Ajena a sectarismos, caudillismos y exclusivismos que han hecho tanto daño. No somos dueños de una verdad que imponemos al mundo, sino exploradores en un mundo complejo, donde nuestra brújula es el horizonte socialista.
Sin duda tenemos que avanzar hacia la unidad con otros grupos de la izquierda a fin de irnos convirtiendo en referente y factor aglutinante. Esta es una necesidad crucial e impostergable. En esto progresemos sin prisa pero sin pausa, con seriedad. No podemos darnos el lujo de unidades frustradas, de entrampamientos por matices ideológicos o protagonismos personales. 
Tenemos una historia valiosa. Quizá nos equivocamos en muchas cosas, pero como el Che podemos decir que “expusimos el pellejo para defender nuestras verdades.” Nadie podrá reprocharnos de arribismos y oportunismos, ni de usar la política para fines personales. Esto es bueno pues es parte del recuperar la dimensión ética de la política.
9.- Estamos próximos a la segunda vuelta y todo augura una victoria, pero en política nada está dicho de antemano.
Estos días tendrá que desplegarse una ardua batalla por conquistar cada voto.
La historia reciente del Perú muestra que es posible derrotar la abrumadora ofensiva del poder mediático.
Lima, mayo del 2011

¡Por la Vida y Por la Patria… Con el Pueblo, Venceremos!

 

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